sábado, 7 de julio de 2012

Los juegos del hambre

--Es encantador, aunque no sé si podrás glasear a alguien hasta la muerte.
--No te lo creas tanto. Nunca se sabe qué te puedes encontrar en el campo de batalla. ¿Y si es una tarta gigante...? --empieza a decir Peeta.

Oigo en mi cabeza la voz de Peeta: «No entiende el efecto que ejerce en los demás». Lo decía para menospreciarme, ¿no? Aunque una diminuta parte de mí se pregunta si no sería un piropo, si no querría decir que tengo algún tipo de atractivo. Es raro que me haya prestado tanta atención, como, por ejemplo, con lo de la caza. Y, al parecer, yo tampoco era tan ajena a él como creía: la harina, la lucha libre... Le he seguido la pista al chico del pan.

--Estás temblando --dice Peeta.
El viento y la historia me han robado el calor del cuerpo. El grito de la chica..., ¿habría sido el último?
Peeta se quita la chaqueta y me la echa sobre los hombros. Empiezo a retroceder, pero al final lo dejo, decidiendo por un segundo aceptar tanto su chaqueta como su amabilidad. Una amiga haría eso, ¿verdad?
--¿Eran de aquí? --pregunta, mientras me abrocha un botón.

Quiere que te confíes para convertirte en una presa fácil. Cuanto más te guste, más mortífero será. (Katniss)

--¿Qué piensas? --le susurro a Peeta--. Del fuego, quiero decir.

--Te arrancaré la capa si tú me arrancas la mía --me responde, entre dientes.
--Trato hecho. --Quizá si logramos quitárnoslas lo bastante deprisa evitemos las peores quemaduras. Lo malo es que nos soltarán en el campo de batalla estemos como estemos--. Sé que le prometí a Haymitch que haría todo lo que nos dijeran, pero creo que no tuvo en cuenta este detalle.
--Por cierto, ¿dónde está? ¿No se supone que tiene que protegernos de este tipo de cosas?
--Con todo ese alcohol dentro, no creo que sea buena idea tenerlo cerca cuando ardamos.
De repente, los dos nos echamos a reír. Supongo que estamos tan nerviosos por los juegos y, más aún, tan aterrados por la posibilidad de acabar convertidos en antorchas humanas, que no actuamos de forma racional. 

No puedo parecer débil si quiero patrocinadores. Lo que te consigue ayuda no es la lástima, si no la admiración cuando te niegas a rendirte. (Katniss)

-Les lancé una flecha. Bueno, no a ellos, en realidad, sino hacia ellos. Fue como dice Peeta: no me hacían caso mientras disparaba y... perdí la cabeza, ¡así que apunté a la manzana que tenía en la boca su estúpido cerdo asado! --exclamo, desafiante.
--¿Y qué dijeron? --pregunta Cinna, con cautela.
--Nada. Bueno, no lo sé, me fui después de eso.
--¿Sin que te diesen permiso? --pregunta Effie, pasmada.
--Me lo di yo misma--respondo. Recuerdo que le prometí a Prim hacer todo lo posible por ganar, y me siento como si me hubiesen tirado encima una tonelada de carbón.

--Entonces, ¿se supone que nos vas a aconsejar? --le pregunto.
--¿Quieres un consejo? Sigue viva --responde Haymitch, y se echa a reír.
Miro a Peeta antes de recordar que no quiero tener nada que ver con él, y me sorprende encontrarme con una expresión muy dura, cuando normalmente parece tan afable.
--Muy gracioso --dice. De repente, le pega un bofetón al vaso que Haymitch tiene en la mano, y el cristal se hace añicos en el suelo y desparrama el líquido rojo sangre hacia el fondo del vagón--. Pero no para nosotros.

Si voy a llorar, será mejor que lo haga ahora; por la mañana podré arreglar el estropicio que me hagan las lágrimas en la cara. Sin embargo, no lo consigo, estoy demasiado cansada o entumecida para llorar, sólo quiero estar en otra parte; así que dejo que el tren me meza hasta sumergirme en el olvido. (Katniss)

Prim estaba encantada de tenerla de vuelta, mientras que yo seguía observándola, esperando que desapareciese otra vez; no confiaba en ella. Además, un lugar pequeño y retorcido de mi interior la odiaba por su debilidad, por su negligencia, por los meses que nos había hecho pasar. Mi hermana la perdonó y yo me alejé de ella, había levantado un muro para protegerme de necesitarla y nada volvería a ser lo mismo entre nosotras. Y ahora voy a morir sin haberlo arreglado. (Katniss)

La idea hace que me pare en seco: un Peeta Mellark amable es mucho más peligroso que uno desagradable. La gente amable consigue abrirse paso hasta mí y quedárseme dentro, y no puedo dejar que Peeta lo haga, no en el sitio al que vamos. Decido que, desde este momento, debo tener el menor contacto posible con el hijo del panadero. (Katniss)

--Has venido a rematarme, preciosa? (Peeta Mellark)

2 comentarios:

  1. A mi también me gusto mucho la parte de la tarta XD
    PD:Te sigo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja si es muy graciosa!! Vamos a glasear a los enemigooos!! jajaja
      PD: Muchas gracias Anita ;)

      Eliminar

Comparte tus sueños ocultos con nosotr@s, ¡estaremos encantados de recibirlos! Comenta con tu punto de vista, opinión, experiencia personal, sugerencias... lo que quieras contarnos será bienvenido siempre que escribas con respeto y sin insultos.
PD: ¡Muchas gracias!